lunes, 25 de agosto de 2014

Todos atentos a los pasos de Obama sobre inmigración

El muro que separa la frontera entre México y Estados Unidos, a la altura de Tijuana y San Diego,


La promesa del presidente estadounidense Barack Obama de tomar medidas sobre la inmigración antes del fin del verano, tiene ansiosos a millones de indocumentados que esperan un fin a las deportaciones, así como a sus opositores que denuncian abuso de poder.

De regreso en Washington el domingo, luego de dos semanas de vacaciones consagradas a partidas de golf en una isla de Massachusetts (noreste), Obama se prepara a meterse en esta problemática delicada, que toma especial relieve en vísperas de las elecciones legislativas de noviembre.

"El pueblo estadounidense no quiere que me quede parado jugando con mis dedos, esperando que el Congreso haga algo", dijo Obama antes de partir, frustrado por la inacción de los legisladores.

Los detalles de los decretos que firmará el presidente estadounidense aún se desconocen -la Casa Blanca afirma que evalúa una gama de opciones-, pero provoca desde ya la cólera de sus adversarios republicanos, que pronostican una crisis política profunda.

Algunos esperan, otros temen, que una decisión presidencial podría ofrecer un respiro a una fracción de los 11 millones de inmigrantes clandestinos, en muchos casos con años de residencia en Estados Unidos, pero que viven a merced de una expulsión.

Una de las opciones de Obama sería ampliar el DACA (Deferred Action for Childhood Arrival), un programa lanzado en 2012 que ofrece permisos de estadía temporal y con posibilidad de encontrar trabajo, a jóvenes que cruzaron ilegalmente la frontera antes de los 16 años.

Los padres o incluso abuelos de esos jóvenes, conocidos como "Dreamers" (soñadores), podrían ser incluidos en el programa.

Pero Lynn Tramonte, directora adjunta de America's Voice, una ONG que milita por la regularización de los indocumentados, espera un "cambio político mayor".

Luego de seis años de deportaciones y reformas menores "estamos listos para aquello que esperábamos del gobierno (de Obama) tras la elección de 2008", dijo, denunciando un sistema migratorio "fundamentalmente roto" que juega "en contra de las familias".

Pero al pretender actuar por su cuenta, el presidente ha sido criticado por supuestamente buscar usurpar las atribuciones del Congreso, incluso algunos legisladores lo acusan de desafiar el espíritu de la Constitución.

Antes que él otros presidentes, de Ronald Reagan a George W. Bush, ambos republicanos, pasando por el demócrata Bill Clinton, firmaron decretos específicos para ciertas categorías de inmigrantes, oriundos, según las ocasiones, de China, Kuwait o El Salvador.

- Efecto devastador -

Pero para Mark Kirkorian, director del Centro de Estudios para la Inmigración, un centro de análisis que promueve el refuerzo de los controles fronterizos, un decreto que beneficie a un gran número de indocumentados estaría a otro nivel, y en el largo plazo, sería contraproducente.

Las medidas tomadas por anteriores gobiernos "son radicalmente diferentes a las que el presidente propone", afirmó Kirkorian, subrayando que cada una estaba relacionada a una crisis específica.

Por ejemplo, algunos ciudadanos checoslovacos recibieron amnistía en 1968, tras la invasión soviética.

Según Kirkorian, una medida amplia de Obama tendría un efecto devastador que "haría imposible para el Congreso aprobar cualquier tipo de regularización" de otros inmigrantes.

Si en las elecciones legislativas del 4 de noviembre los republicanos retienen la Cámara de Representantes y toman control del Senado, Obama podría quedar muy aislado políticamente durante los dos últimos años en la Casa Blanca.

Los decretos podrían ser entonces su última oportunidad para dejar su huella sobre el funcionamiento del sistema de inmigración, aunque de mucho menor envergadura que la profunda reforma que había prometido cuando llegó al poder.

A inicios de 2013, luego que senadores de ambos partidos redactaron un proyecto, Obama predijo que una ley que permitiría a millones de personas salir de las sombras estaba al alcance de la mano.

Pero la perspectiva de un consenso en el Congreso rápidamente se esfumó.

Dividido entre la fuerte oposición de los legisladores conservadores del ala conocida como Tea Party a cualquier tipo de regularización y el deseo de recobrar el electorado latino -70% del cual votó por Obama y sin el cual se reducirían sus posibilidades de volver a la Casa Blanca-, el partido Republicano vaciló y se fracturó.

Desde la legalización masiva de 1986, todos los intentos de reforma migratoria han fracasado, notablemente bajo la presidencial de republicano George W. Bush en 2007

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