Famosos o aspirantes a ello, millonarios del 'Top 10' y jornaleros por
debajo del 'Top 100', los tenistas del Abierto de Estados Unidos
tienen en el sol un enemigo común que les arranca la piel en cada
partido, literalmente, y que a muchos casos les ha truncado su
carrera.
Con temperaturas que a veces convierten las canchas de cemento de
Flushing Meadows, en Nueva York, en verdaderos hornos, los tenistas
deben superar a sus rivales, ignorando que el verdadero enemigo acecha
en el cielo.
Numerosos estudios epidemiológicos han evidenciado una mayor
frecuencia de lesiones precancerosas y diversos tipos de cáncer de
piel en deportistas de exteriores. Sobran los ejemplo de tenistas,
golfistas, ciclistas, triatletas, montañistas, regatistas que han sido
afectados por este mal.
Algunos de ellos han hablado del problema explicando su propia
experiencia, como el ciclista David Cañada y el tenista Félix
Mantilla, ambos españoles, la triatleta británica Leandra Cave o el
futbolista mexicano Mauricio Aguirre, que hizo una gran campaña sobre
el tema ante de fallecer hace tres años a causa de un cáncer de piel.
US Open y Abierto de Australia, los grandes asesinos
Por jugarse en canchas duras, los Abiertos de Australia y Estados
Unidos están considerados como los dos grandes 'asesinos' de tenistas
en el circuito de la ATP.
En ambos coinciden elementos que les convierten en verdaderas
'Calderas del Diablo' como temperaturas superiores a los 35 grados
Celsius, una pista dura que refleja el calor, extrema radiación solar,
humedad relativa, y mucho viento.
Celebrado en mitad del verano austral, el torneo de Australia era tan
inclemente que tuvieron que implementar la llamada "Regla del Calor
Extremo", para paralizar la jornada hasta que disminuyeran un poco las
altas temperaturas.
Los organizadores de Australia optaron por construir techos
retráctiles en dos de sus estadios, y cambiar el material de la pista
de juego por un nuevo material llamado Plexicushion, que permite que
la bola vaya a menor velocidad, absorba menos el calor y provoque
menos desgaste en los jugadores.
Empero, la superficie en Nueva York es un acrílico mezclado con arena
llamado DecoTurf, que hace que la pelota sea más viva y el tenis más
rápido. Y aunque lo prometieron, todavía no se concreta el techo para
el estadio principal.
Bloquear o no bloquear, he ahí el dilema
Se podría pensar que la solución a los problemas que puede ocasionar
el astro rey en la piel de los atletas es usar bloqueadores solares.
Pero en muchos casos es peor el remedio que la enfermedad.
El problema es que cuando el calor se mezcla con el protector solar,
el sudor puede formar una sustancia pegajosa que se mete en los ojos
de los jugadores y en sus manos, que afecta tanto a su visión y su
agarre.
"No me gusta", asegura el checo Tomas Berdych, sexto sembrado del
cuadro masculino. "Todo el mundo dice que hay que utilizarlos cuando
se juega en Australia o Nueva York, pero a mí no me convence".
Entre los deportistas aún existe una escasa concientización del problema.
La doctora Magdalena de Troya, directora de Dermatología del Hospital
Costa del Sol en España, explica que "muchas veces se minimiza el tema
debido a que las campañas de prevención del cáncer de piel se han
centrado más en otros colectivos de riesgo como los bañistas de playas
y piscina".
"No obstante, es difícil protegerse del sol cuando se realizan
entrenamientos prolongados en horas de máxima radiación. Algunos
escenarios deportivos como montaña, nieve, agua, arena, cemento,
césped, comportan una exposición solar particularmente elevada",
señala la especialista.
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