viernes, 26 de mayo de 2017

La sífilis congénita continúa en aumento


Unicef / ciberpasquinero

Entre 2010 y 2015, los casos de sífilis congénita se duplicaron en América Latina y se redujo el progreso hacia la eliminación de la transmisión maternoinfantil del VIH. 
Segun un informe conjunto de la OPS y UNICEF divulgado este jueves, en total 2.100 niños contrajeron VIH en 2015, un 55% menos que en 2010, sin embargo el ritmo de reducción se frenó en los últimos años.
"Los países han hecho grandes esfuerzos para prevenir la transmisión de madre a hijo del VIH, pero cada vez que nos acercamos a eliminar la transmisión de una enfermedad, avanzar se hace más difícil porque implica llegar a todas las mujeres, sobre todo a aquellas que históricamente encuentran barreras para acceder a los servicios de salud", aseguró Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles de la OPS.
Por otro lado la sífilis congénita continúa en aumento. En 2010, se presentaron 10.850 casos mientras que en 2015 se llegó a 22.400.
Actualmente 170 de cada 100.000 niños nace con esta enfermedad en la región y según la OPS, se necesitan pruebas de diagnóstico rápido y tratamiento inmediato, así como involucrar a las parejas de las pacientes con sífilis, como medidas cruciales para evitar la reinfección y poner fin a la enfermedad para 2030.
El reporte resalta que para reducir al máximo posible la cantidad de niños que contraen VIH de sus madres o nacen con sífilis congénita, es necesario que los Estados se aseguren de que al menos el 95% de las embarazadas reciban atención prenatal, se hagan pruebas, y tengan diagnóstico y tratamiento. 
Sin embargo no todas son malas noticias, según el informe, 18 países y territorios habrían eliminado ambos padecimientos en 2015. Cuba fue el primer país del mundo en recibir la validación de la OMS por haber conseguido este logro y otras naciones y territorios del Caribe se encuentran en camino a alcanzarlo.

Cómo combatir la isla de calor urbana


México, Conacyt / cibrpasquinero

Existe una gran diferencia entre salir a la calle en un día en que el termómetro registre 25 grados Celsius (ºC), o en uno que indique 35 ºC. Esta diferencia tan marcada de temperatura podría pensarse entre la ciudad de Cuernavaca y Mérida, la ciudad blanca, pero en realidad es posible encontrar la misma diferencia entre el Zócalo de la Ciudad de México y Xochimilco.

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A esta marcada diferencia entre la temperatura en el centro de las ciudades y las zonas urbanas aledañas se le denomina isla de calor urbana. El fenómeno se debe, en gran medida, a que los materiales con que están construidas las ciudades tienen una alta capacidad de absorber la energía del sol, la cual eventualmente liberarán en forma de calor provocando un cambio en el microclima de las urbes.

Elda_17_6_Luy.jpgElda Luyando, Fotografía cortesía de Abi García Ramírez.

Durante las charlas del Miércoles de Divulgación, ofrecidas por el Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la doctora Elda Luyando López, quien trabaja las líneas de cambio climático y radiación solar, explicó las causas y consecuencias de las islas de calor urbanas y planteó la pregunta ¿puede una ciudad modificar su clima?

La investigadora aceptó que había "un poco de trampa en esta pregunta", pues mejor habría que pensar qué tanto puede modificarse o si puede cambiarse radicalmente el clima, y especificó que más bien se trataba de cuestionarse cómo combatir las islas de calor urbanas que ocasionan tantas incomodidades y problemas de salud a los habitantes de las urbes.

El auge de las ciudades

Durante la Revolución Industrial, la necesidad de las empresas de contratar mano de obra favoreció la migración del campo a la ciudad y las urbes comenzaron a ganar una enorme importancia para las poblaciones humanas que encontraban en ellas bienes, servicios y empleo, que prometían mejorar su situación económica y social.

Estos procesos migratorios se han mantenido y son entendibles en términos de ganancia de oportunidades para la población migrante, pero han ocasionado que las ciudades crezcan de manera desorganizada, lo cual, paradójicamente, ha evitado que la población urbana se beneficie por igual y limita el bienestar de los migrantes, explicó Elda Luyando.

Actualmente, en el mundo, se incorporan 70 millones de habitantes a las metrópolis y se calcula que para el 2030, las dos terceras partes de la población mundial estarán viviendo en una ciudad, crecimiento vertiginoso, si se considera que hace 200 años únicamente tres por ciento de la población mundial habitaba en las ciudades.

La ciudad, el ecosistema humano

La ciudad es el ecosistema que concentra la mayor cantidad de seres humanos y también uno de los que más sufre sus modificaciones. Por ejemplo, el suelo y las superficies vegetales han sido permutadas por elementos como el asfalto, el concreto y el vidrio, que le dan su apariencia característica a las ciudades, pero que también modifican los elementos ecológicos previos, el clima entre ellos.

Cuando observamos estos paisajes urbanos que se extienden por kilómetros, llenos de edificaciones y sin áreas verdes, es difícil pensar que la atmósfera que se encuentra en contacto con esta superficie no esté modificada. Evidentemente tiene que haber un cambio en el aire que está tocando estos nuevos materiales altamente impermeables, detalló Elda Luyando.

La ciudad, produciendo calor desde 1800

Desde el siglo XIX, cuando las ciudades no rebasaban el millón de habitantes, algunas personas comenzaron a notar y a reportar las diferencias de temperatura entre los centros de las ciudades y las periferias.

En Londres y en París se publicaron datos que mostraban diferencias de entre uno y dos grados en la temperatura. En ese momento se le atribuyó el fenómeno a las chimeneas y al calor metabólico de los parisinos, comentó con humor la investigadora.

En México, desde 1899 Manuel Moreno y Anda, sin saber que estaba sentando las bases de la climatología urbana en el país, detectó una diferencia de 1.5 ºC entre el Palacio Nacional y el observatorio de Tacubaya. Discrepancia que no se explicaba por la diferencia de alturas, que es de tan solo 54 metros. En aquella época, el Palacio Nacional se hallaba en un entorno completamente urbanizado, pero el observatorio se encontraba en un ambiente rural.

Desde entonces diferentes investigadores han realizado mediciones del microclima urbano y han detectado que de 1920 a 2012 la temperatura mínima del observatorio de Tacubaya ha pasado de los siete a los 12 ºC, por efecto de la urbanización, y que desde el año 2000 ya no existen las heladas en el centro de la Ciudad de México.

La física de las islas de calor

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La respuesta a por qué se da esta diferencia entre la temperatura en la ciudad y en la zona rural está en la superficie impermeable de las urbes. La pavimentación y la poca vegetación crean un ambiente impermeable que acumula energía, además los edificios exponen varias de sus caras a la radiación solar, aumentando el área de absorción de energía. Toda esta energía se disipará en forma de calor.

En las zonas rurales, la radiación solar se "gasta" en evaporar agua proveniente de la humedad de la vegetación y de los cuerpos de agua. Pero en las zonas urbanas no hay vegetación ni cuerpos de agua y el cemento no tiene agua para evaporar, así que la radiación del sol se "gasta" en calentar el aire. "Así que vamos a tener una diferencia muy importante en cuanto al perfil vertical de la atmósfera entre las zonas urbanas y las rurales", detalló Elda Luyando.

Entonces, lo que sucede es que la energía que proviene del sol se "gasta" de manera diferente en las ciudades provocando las islas de calor. Durante el día, los materiales de construcción de las zonas urbanas se van calentando lentamente con la radiación del sol, pero también se enfrían muy lentamente. Entonces unas horas después de que se meta el sol, cuando la zona rural ya se ha deshecho de todo el calor, la ciudad apenas comienza a enfriarse.

Hay que considerar que en la ciudad no solo las calles y las banquetas están calientes, también lo están las paredes de los edificios. Esto forma un tipo de cañones urbanos, en los que el calor va chocando de una pared a otra hasta que logra elevarse a una zona libre de construcciones y disiparse, pero para esto ya pasaron varias horas, explicó la investigadora.

Esto ocasiona que en un momento de la madrugada, entre las cinco y las seis de la mañana, la zona rural esté mucho más fría que el centro de la ciudad. En la Ciudad de México, esta diferencia de temperatura llega a alcanzar los 11 ºC.

El peligro de las islas de calor

"En invierno, una ciudad con noches más cálidas no nos molesta, hasta podemos decir: 'la isla de calor es beneficiosa, no me molesta para nada tener una ciudad más calientita en la época de invierno, nos conviene porque necesitamos menos calefacción, podemos salir menos tapados que en la zona rural'. Pero ¿qué pasa cuando estas islas de calor se presentan en verano?", cuestionó Elda Luyando.

En ciudades que sufren de altas temperaturas, las islas de calor llegan a ser un verdadero problema para la salud de sus habitantes. Cuando este calor que se genera en las ciudades se suma con eventos climáticos extremos, como las olas de calor, se generan ambientes muy insalubres y hostiles, donde las personas no solo se sienten incómodas sino que pueden sufrir padecimientos cardiovasculares y respiratorios que deterioren considerablemente su organismo.

Los niños, los adultos mayores o quienes tienen padecimientos previos se vuelven muy vulnerables ante estos aumentos en la temperatura; y a los gobiernos les es bastante difícil lidiar con el aumento de los ingresos hospitalarios que se dan durante estos eventos.

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El calor está en el aire y en el suelo

Existen dos tipos de islas de calor, las primeras son las islas de calor superficial que se producen por el calentamiento directo del suelo y se miden con imágenes de satélite.

Este calentamiento del suelo afectará todo lo que esté posado en él, y como reflejo del calentamiento del suelo vamos a tener la isla de calor atmosférica, que se produce por el calentamiento del aire que está situado sobre el concreto, el asfalto y demás materiales de construcción. El problema es que estos materiales tienen un albedo muy bajo, algunos como el asfalto son muy oscuros y, por lo tanto, se calientan muchísimo, detalló la investigadora.

Estas islas de calor se presentan incluso en ciudades pequeñas y en ocasiones no son solo una isla, por la variedad del tejido urbano que incluye parques, camellones o cuerpos de agua pueden originarse varias islas de calor que parecieran más un archipiélago con varias zonas pequeñas de elevadas temperaturas.

"Esto lo puede notar la gente que vive en el centro de la ciudad y en la madrugada se desplaza, por ejemplo, a Ciudad Universitaria, donde hay cuatro o cinco grados menos, a pesar de que sus alrededores ya están urbanizados".

Estrategias para combatir las islas de calor

La estrategia más eficiente para combatir las islas de calor es aumentar las superficies verdes en las ciudades. Esto incluye la siembra de vegetación en parques, camellones, aceras, techos y paredes.

Además de disipar la energía mediante evaporación, las zonas arboladas impiden que la radiación llegue al suelo y caliente el cemento y el asfalto.

Otra de las recomendaciones es pintar las superficies de la ciudad de colores claros, sobre todo las calles y los techos, detalla Elda Luyando. Esto aumenta el albedo de las superficies, que reflejarán la radiación sin calentar el aire.

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También podría reducirse el calor antropogénico provocado por el funcionamiento de los carros y las industrias y modificar el diseño de las ciudades. Aunque esta última opción es bastante difícil para las ciudades que ya tienen un tamaño considerable y se piensa más bien como una estrategia de planeación para las ciudades pequeñas que necesitan invertir en áreas verdes, en construcciones verticales y en sistemas de transporte eficientes, explicó la investigadora.

"En Seúl hay un proyecto que pretende desentubar un río que está tapado por una avenida. La idea es que el clima dentro de la ciudad cambie y que todos los edificios y casas que están alrededor ganen con la presencia de las áreas verdes y el río, que aumentará muchísimo el valor de las propiedades".

Elda Luyando concluyó la plática recordando que las ciudades sí pueden modificar su microclima y de la importancia de tomar, cuanto antes, medidas para combatir los entornos insalubres urbanos, pues para el 2030, 75 por ciento de la población mundial vivirá en zonas urbanas y habrá alrededor de 40 megaciudades que tendrán más de 10 millones de habitantes

miércoles, 24 de mayo de 2017

¿Sigue la totoaba en peligro de extinción?


Ensenada,  Conacyt / ciberpasquinero

¿Sigue la totoaba en peligro de extinción? ¿Cuál es el impacto de los programas de repoblamiento en la abundancia y la composición genética de la población silvestre? ¿Qué potencial tiene la especie para ser aprovechada tanto para acuacultura como para pesca sustentable?
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Este es el tipo de preguntas que desde el Laboratorio de Ecología Molecular de la Facultad de Ciencias Marinas de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), a cargo del doctor Luis Enríquez Paredes, se busca responder mediante el uso de marcadores genéticos.
Enríquez Paredes explicó que gracias al uso de marcadores genéticos, se cuenta por primera vez con una aproximación del tamaño absoluto de la población de la totoaba (Totoaba macdonaldi), especie endémica del Alto Golfo de California bajo la categoría en peligro de extinción de la NOM-059-SEMARNAT-2010.
Comunicó que dichas estimaciones apuntan a que actualmente existen alrededor de 10 mil reproductores de totoaba en su hábitat natural, lo que se traduce en aproximadamente 350 mil individuos.
“Quizá ahora no tenemos una biomasa como la que pudo haber existido a mediados del siglo pasado, pero tampoco es tan reducida como para descartar la posibilidad de que se pueda aprovechar como recurso pesquero. No obstante, es nuestra responsabilidad ofrecer a las autoridades una estimación confiable que permita la toma de decisiones sobre esta especie endémica”, sostuvo.
El investigador consideró que lograr que se regule la pesca de totoaba servirá como estrategia para mitigar el furtivismo y encaminar los beneficios de su aprovechamiento hacia las comunidades de pescadores que desarrollan su actividad por la vía legal.
Además, recalcó que este tipo de medidas apoyaría en las estrategias de conservación de la vaquita marina (Phocoena sinus).

Alta variabilidad genética

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Al igual que la estimación de abundancia, otro de los indicadores alentadores respecto a la recuperación de la totoaba es el alto nivel de variabilidad genética que se ha encontrado para la especie, de acuerdo con estudios que se basan en marcadores moleculares, tanto nucleares como mitocondriales, que permiten identificar las relaciones familiares entre individuos y las variantes de sus genes.

Luis Enríquez expuso que “a una población que tiene bajos niveles de variabilidad se le atribuye una mala salud genética; en totoaba hemos encontrado una variabilidad genética muy alta, lo que sin duda es reflejo de que hay muchos individuos reproduciéndose y que no son parientes cercanos; en conjunto, estos hallazgos apoyan la idea de que la población de totoaba es mucho más grande de lo que pensábamos”.
Informó que hasta ahora han sido analizados cerca de mil individuos de totoaba, producto de decomisos realizados por la Procuraduría General de la República (PGR), la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos (USFWS, por sus siglas en inglés).
Gracias a la colaboración que mantienen con las autoridades ambientales, han obtenido datos relacionados con la efectividad del programa de repoblamiento de totoaba que implementó la UABC desde hace 20 años.
“A través del análisis genético de buche de totoaba decomisado, hemos detectado hasta ahora dos individuos que nacieron en la UABC, es decir, que son hijas de los reproductores en cautiverio. Esto quiere decir que los organismos que estamos liberando no solo son alimento de aves o de otros peces, sino que algunos de ellos están llegando a adultos y posiblemente se estén empezando a reproducir, ya que la edad calculada a partir de la longitud y el peso de sus vejigas o buches fue de siete y 13 años”, refirió el investigador.
Con la obtención de este tipo de datos, ahora buscan la utilización de marcadores más potentes para poder definir no solamente lazos familiares directos entre los individuos de totoaba, como hijos o hermanos, sino también abuelos o tíos.

¿Qué es el marcaje genético?

Luis Enríquez detalló que el marcaje genético consiste en identificar el ADN (ácido desoxirribonucleico) de los reproductores y con ello se puede seguir el pedigrí de la progenie, por lo que se puede determinar si un ejemplar de totoaba proviene de los cultivos de la Unidad de Biotecnología en Piscicultura (UBP) de la UABC.
“Lo que estamos tratando de hacer es que no todos los ejemplares que estamos liberando provengan de una misma pareja de reproductores, porque estaríamos liberando muchos individuos que son hermanos completos. Lo ideal es reproducir muchas parejas para liberar individuos que tengan un nivel de parentesco menor y de esta manera no solo se estaría aumentando el número de individuos en la población silvestre, sino manteniendo una mayor cantidad de las variantes génicas de la población”, refirió.
Consideró que con este tipo de herramientas, combinadas con el desarrollo de biotecnología para el cultivo de la especie, el contexto es idóneo para que la totoaba se convierta en un ejemplo de conservación y aprovechamiento sustentable de un recurso natural con un valor comercial tan importante.
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sábado, 20 de mayo de 2017

Turismo marca una huella ecológica difícil de borrar


México, Conacyt / ciberpasquinero

Las actividades turísticas que se realizan en todo el mundo dejan marcada una huella ecológica que se está volviendo cada vez más difícil de borrar, ya que cuando un lugar es visitado por turistas, sus actividades tienen un impacto casi siempre negativo en los ecosistemas.
"44 por ciento de los turistas que viajan a Latinoamérica vienen a México", afirmó el director general de Comunicación de la Ciencia de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), Carlos Galindo Leal.
Las actividades turísticas dejan una fuerte derrama económica pero desafortunadamente también traen consigo un fuerte impacto medioambiental, por lo cual es necesario promover el diálogo sobre tipos alternativos de turismo para realizar cambios tanto a nivel individual como a nivel comunitario.
La Conabio, en colaboración con la Biblioteca Vasconcelos, realizará del 22 al 27 de mayo la 7a Semana de la Diversidad Biológica, con el tema "Turismo sostenible", cuya sede será la Biblioteca Vasconcelos, y que tiene como meta central la concienciación de las personas a través de diferentes actividades para que busquen alternativas turísticas amigables con el medio ambiente a la hora de planear un viaje, para así ayudar a reducir la huella ecológica.

jueves, 18 de mayo de 2017

Química verde autosustentabe


México / Conacyt , Ciberpasquinero

El doctor en ciencias biológicas y miembro del cuerpo académico de la Unidad de Investigación y Desarrollo en Alimentos (Unida) del Instituto Tecnológico de Veracruz —que pertenece al Tecnológico Nacional de México (Tecnm)—, Gerardo Valerio Alfaro, desarrolló un proyecto para la obtención de ésteres de oxima, a través de técnicas de química verde, con el objetivo de generar procesos sustentables que impacten en menor grado al medio ambiente.
Valerio Alfaro, en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, indicó que sus líneas de investigación están enfocadas en la biocatálisis y biotransformación, siendo uno de sus principales intereses el estudio y la aplicación de la química orgánica en el análisis de compuestos industriales. “Como bioquímico, me interesa la química verde y autosustentable, tratar de llevar a cabo distintos procesos mediante técnicas más seguras para el ambiente”.
Las oximas son compuestos orgánicos derivados de los aldehídos y cetonas, con un amplio rango de aplicaciones en la síntesis de otros compuestos como los ésteres, los cuales son usados como agentes antimicrobianos, anticancerígenos, fragancias y saborizantes en la industria alimentaria y cosmética.