Combinando tecnologías de punta con métodos tradicionales, miles de cultivadores latinoamericanos resisten las sequías, las inundaciones y el deshielo
En el mundo ficticio de los superhéroes se llamarían Capitán Semilla, Super Agua y Super Nieve, unidos en su lucha titánica contra el nuevo villano que ronda la Tierra: el Cambio Climático.
En el mundo real, sería más preciso llamar a estos personajes los ‘super campesinos’, un creciente grupo de pequeños agricultores latinoamericanos que están aplicando con buenos resultados, técnicas avanzadas y métodos más tradicionales contra las manifestaciones extremas en los patrones climáticos –se trate de sequías, tormentas o pérdida de fuentes de irrigación natural como los picos nevados.
No es para menos: unos 93 millones de latinoamericanos viven de la agricultura, y en partes del Caribe ésta da empleo a casi tres cuartas partes de la población rural.
Sin sus apelativos, los héroes de carne y hueso del campo latinoamericano están presentes en un amplio espectro del mapa regional. Y se cuentan por millares.
El brasilero Inacio Medeiros, cosecha miles de kilos de guayabas al mes en una de las zonas más secas del país.
Miles de pequeños agricultores de Haití siembran semillas resistentes a las inundaciones.
En Uruguay han creado una “app” que monitorea el clima, la tierra y el agua. Los bolivianos tratan de utilizar eficientemente el agua de las nieves de los Andes.
Son todas iniciativas que apuntan a un mismo fin: contribuir a que la agricultura se adapte a la elevación de la temperatura del planeta como consecuencia del cambio climático.
"El potencial de daños a los cultivos debido a las plagas y las enfermedades asociadas a los cambios de temperatura, ya tiende a aumentar en un mundo 2ºC más caliente ", dice el estudio Bajemos la temperatura - ¿Por qué se debe evitar un mundo 4ºC más cálido. Una situación que, sin duda, tenderá a empeorar en un planeta con una temperatura promedio más alta.
No se trata de convertir la agricultura en un asunto altamente sofisticado. Al contrario, a veces es tan simple como volver a la tradición. En su finca de Cruzeta (Rio Grande do Norte, Brasil), Medeiros usa sólo fertilizantes y pesticidas naturales, además de un sistema de riego que calcula gota a gota cuánta agua necesitan los cultivos. Sus frondosos árboles de guayaba producen casi 4.000 kilos de fruta al mes.
Supersemillas contra las inundaciones
Sin embargo, no siempre es fácil para un agricultor adecuarse al nuevo escenario.
"El problema del cambio climático es a largo plazo, las necesidades de los agricultores son inmediatas”, explica el economista agrícola Diego Arias, del Banco Mundial. "Toma tiempo hasta que los agricultores sientan los beneficios económicos de la adaptación. Durante este período, sus ingresos caen, y tienen que mantenerse, alimentar a sus hijos", añade Arias, quien trabajó 10 años en proyectos de agricultura en Haití.
La agricultura representa el 25 % del PIB y 66 % del empleo en las zonas rurales del país caribeño. Para apoyar a 3.000 agricultores locales a hacer frente a este desafío, el Banco Mundial impulsa un proyecto que les permite tener acceso a unas supersemillas (más resistentes a la intemperie), insumos y equipos.
Para la agricultora Denise Chery esto significó un gran cambio: ya no le preocupan tanto las inundaciones y cultiva sus productos usando técnicas respetuosas con el ambiente. "En un año mi producción se ha incrementado en casi un 30 %", afirma.
Textual
Toma tiempo hasta que los agricultores sientan los beneficios económicos de la adaptación. Durante este período, sus ingresos caen, y tienen que mantenerse, alimentar a sus hijos
Diego Arias
economista agrícola del Banco Mundial
Deshielo de los Andes
En el altiplano, a miles de metros de altura, el desafío que enfrentan los agricultores de Bolivia es muy diferente: como consecuencia del calentamiento global, se ha acelerado el derretimiento de los Andes.
En un proyecto del Banco Mundial y la ONG Care, 155 familias en el departamento de La Paz comenzaron a usar nuevos sistemas de riego que aprovechan el agua de las nieves. Esta tecnología es parte de un conjunto de mejoras en esta comunidad, que también tuvo acceso a semillas más resistentes e insumos que no dañan el medio ambiente.
En otros países de la región destaca el caso de Uruguay, donde se desarrolla el Sistema Nacional de Información Agropecuaria (SNIA), un portal que integrará pronósticos y alertas climáticas tempranas, monitoreo de vegetación, tierra y agua, y además generará programas de simulación de impacto del uso de nuevas tecnologías.
Las innovaciones que fomentan la adaptación al cambio climático, serán cada vez más necesarias en los próximos años en América Latina, una región que a mediano plazo podría ser una de las principales fuentes de alimentación del mundo.
Para Medeiros, los pequeños agricultores como él tienen un papel fundamental en este futuro. "Cuando cuidamos la tierra, ella nos cuida a nosotros", afirma
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