Cada año, en el inicio de la temporada invernal, la ballena azul (Balaenoptera musculus) migra del Pacífico Noroeste al Mar de Cortés para alimentarse, aparearse, dar a luz a sus crías y amamantarlas.
El Parque Nacional Bahía de Loreto —área natural protegida— es destino de decenas de individuos de esta especie.
México, Conacyt / ciberpasquinero
Investigadores del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (Cicimar) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) desde hace más de tres décadas estudian al mamífero más grande del mundo a través de diversos proyectos de investigación. Uno de ellos se enfoca en conocer su estado físico a partir de imágenes captadas en el periodo 2006-2016.
Cristina Casillas.El proyecto Condición corporal de la ballena azul con base en un índice visual a partir de fotografías se basa en cuatro categorías para determinar la condición corporal de este cetáceo: buena, regular, mala y desconocida.
Los resultados muestran que de los individuos analizados, 60 por ciento se encuentra en buena condición, 14 por ciento, en regular y 12 por ciento, en condición mala; además, otro 14 por ciento fue clasificado como desconocido debido a que la fotografía no mostraba a detalle al individuo, o bien solo se fotografió la cola, lo que permite la identificación pero no la evaluación de su estado corporal.
Cristina Casillas López, estudiante de maestría en el Cicimar y colaboradora de este trabajo, dijo a la Agencia Informativa Conacyt que la doctora Diane Gendron, a cargo del Laboratorio de Ecología de Cetáceos y Quelonios, comenzó a percibir cambios en la condición corporal de esta especie en 2014, por lo que le sugirió desarrollar un índice de condición corporal en ballena azul como tema de tesis de licenciatura.
“Se tienen fotografías de los individuos de años anteriores, por lo que fue posible comparar la condición corporal de los observados aparentemente delgados en 2015 y 2016. Fue así que se decidió hacer una evaluación para entender lo que está pasando, si la mala condición se debe a la alimentación o alguna razón desconocida, ya que 2015 fue un año anómalo para esta zona ante la presencia de gelatinosos, de los cuales podrían estar alimentándose las ballenas, cuya calidad energética no es la misma que les proporciona el kril”, explicó.
Deterioro de la salud
Desde la década de 1980, la doctora Gendron inició el estudio de la ballena azul y ahora se tiene un catálogo fotográfico de alrededor de 700 individuos, el cual contiene información de un banco de muestras biológicas y grabaciones que les ha permitido determinar su sexo y estado reproductivo, conocer su comportamiento, hábitos alimenticios e incluso las enfermedades que los afectan.
Bajo la dirección de la doctora Diane Gendron —una de las pioneras en el estudio de esta especie—, Cristina Casillas observó con este proyecto (realizado en conjunto con otros estudiantes de maestría y doctorado) que entre 2014 y 2016 hubo un declive del porcentaje en la condición corporal buena. Y es que en 2014 se contabilizó que 51 por ciento de los individuos tenía buena condición, un año después bajó a 40 por ciento y para 2016 ya solo 20 por ciento de las ballenas fotografiadas tuvo buena condición corporal.
El índice desarrollado mostró que las hembras lactantes tuvieron mayor porcentaje de condición corporal mala, lo cual confirmó lo observado, ya que las hembras tienen un gasto energético mayor a las demás ballenas por la producción de una gran cantidad de leche para alimentar a su cría.
Expuso que las afecciones cutáneas que tomaron en cuenta no mostraron una relación significativa con el estado físico de las ballenas, pues fueron muy pocos los que las presentaban; sin embargo, quienes las tenían generalmente presentaban una condición corporal regular o mala.
Cuestionada en torno a los factores ambientales que pueden provocar esta situación, aseguró que el efecto que generan los cambios en los ecosistemas no se observa rápidamente, por lo que es preciso seguir estudiándolas para poder explicarlos.
¿Cómo obtuvieron los valores?
En el marco del primer Congreso Nacional de Áreas Naturales Protegidas, realizado recientemente en la Ciudad de México por conducto de la Red Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Renanp), Cristina Casillas compartió que para realizar este análisis revisaron las fotografías de identificación digitales del catálogo que fueron analizadas a partir de 2006 y hasta la fecha, y calificaron a los individuos según las categorías establecidas.
“Las imágenes están previamente catalogadas según los individuos que son, el año en que se avistaron y la zona. Fue así que se evaluó cada individuo según las calificaciones que se asignaron y al final se hizo una combinación; entre más bajos eran sus valores, correspondía a una condición en mejor estado”, detalló.
Adicionalmente, esos datos se sometieron a una revisión por un método estadístico haciendo comparaciones por año, con el propósito de conocer si había diferencias significativas entre sexos, etapas reproductivas y edad.
Y es que cada ballena azul nace con un patrón de pigmentación único y manchas que no cambian, por lo que de esta manera los investigadores pueden identificar a los individuos cada vez que los avistan. Es por ello que el catálogo está subdividido por la forma de la aleta dorsal; asimismo, cada subdivisión por aleta se subdivide en tipo de coloración.
“A través del sistema de fotoidentificación del Cicimar, se identifican los individuos, aunque hay ocasiones que no es posible identificar a todos los individuos avistados debido a que la luz no fue la adecuada o si fue tomada muy lejos, pero en general es bastante útil y se tiene todo el registro. En la mayoría de los casos se puede tener la certeza de que es el individuo visto un año o dos antes, además es trabajo de varias personas que se aseguran que sean esos individuos”, puntualizó la también becaria del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
A la fecha se cuenta con un catálogo de casi dos mil fotografías de ballena azul tomadas en los 622 avistamientos que se han realizado desde 1980, y a través de ellas se pueden observar algunos cambios notorios en esta especie.
El proyecto formó parte del trabajo de tesis de licenciatura de Cristina Casillas, en el que también tuvieron participación voluntarios y estudiantes de posgrado tanto para la evaluación como para la identificación, con el propósito de que la calificación que se daba a cada individuo fuera clara y coincidente entre todos.
En pos de la ballena azul
Las conclusiones a las que llegó este trabajo es que la población de ballena azul que llega al Parque Nacional Bahía de Loreto, en Baja California Sur, está presentando un cambio general en su condición corporal.
Para conocer más sobre el trabajo que realizan los investigadores del Cicimar, puedes ver este video de la serie Expedicionarios. |
Actualmente, en el Cicimar se llevan a cabo diversas investigaciones para conocer si las causas de esos cambios son fisiológicas, alimenticias o si existen otras causas de enfermedades no conocidas.
“Por medio de análisis de los perfiles de ácidos grasos en biopsias de grasa, se ha demostrado en años anteriores que por lo menos los machos incrementan su porcentaje de lípidos durante su estancia en la región. Falta ahora analizar en su conjunto varios parámetros que ayudarán a entender el cambio notado en los últimos tres años, cuando se ha observado que no recuperan peso, llegan a la región flacas y se observan igual cuando se van”, señaló.
Finalmente, Cristina Casillas explicó que se seguirá evaluando la condición corporal de la ballena azul a través de fotografías y se buscarán otras formas comparativas para tener mejor apreciación de este cambio.